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2 de enero de 2012

La mantilla española

La mantilla es una prenda de tradición española, variante del velo que antiguamente utilizaban las mujeres para acudir a celebraciones religiosas.

Aunque su origen no es del todo claro, se cree que proviene de la cultura ibera, donde las mujeres se cubrían la cabeza con mantos a modo de abrigo o como forma de adornar su cabeza.

Su evolución se vio influenciada por diferentes factores de tipo social, religioso, e incluso climático; condicionando estos últimos el tipo de material utilizado para su confección. En la zona norte se empleaban tejidos tupidos con el fin de servir de abrigo; generalmente paño, llegando a veces a completar su elaboración con terciopelo, seda o abalorios. En la zona sur los materiales que se empleaban eran más finos y ligeros, dado que su uso se limitaba a proteger del sol o servir como elemento decorativo del vestuario femenino. Su decoración se elaboraba con cuidado en ambas zonas, siendo las de diario más sencillas que las de “fiesta”.

Era el pueblo llano quien utilizaba la mantilla, limitando su uso aquellos de los altos estratos sociales a prenda de abrigo u ornamental, pero sin peineta.

No fue hasta principios del siglo XVII cuando se extendió su uso, y evolucionó para convertirse en pieza ornamental del vestuario femenino, sustituyéndose el paño por los encajes.

Pero hasta el siglo XIX no llegó a convertirse en tocado distinguido de la mujer española, siendo la Reina Isabel II (1833-1868) muy aficionada al uso de tocados, encajes y diademas, quien populariza finalmente su uso, contagiando a todas las mujeres que la rodeaban.

Las damas cortesanas y altos estratos sociales comienzan a utilizar esta prenda en diversos actos sociales, lo que contribuye a darle un toque distinguido, tal y como ha llegado hasta nuestros días.

En el siglo XX, la mantilla fue perdiendo popularidad salvo en algunas regiones como Madrid o Andalucía donde tardó en desaparecer. En Semana Santa era tradicional que las damas se vistieran de negro portando sus mejores galas: peineta de carey sobre la cual se ponían la mantilla negra de encaje, que se lucían acompañando a las procesiones y visitando las iglesias de la ciudad. Hasta mediados de siglo esta tradición se mantuvo fielmente de madres a hijas.

En algunas casas sevillanas de un cierto rango social se vestían todas las mujeres de la familia, e incluso tenían siempre en reserva una mantilla por si llegaban invitadas de fuera de la ciudad. También eran usadas en la feria de Abril, pero debido a su delicada composición fueron siendo relegadas al olvido en este contexto festivo.

Actualmente, su uso ha quedado restringido a determinados eventos como procesiones de Semana Santa , bodas de gala, fallas o la fiesta de los toros.

La "conspiración de las mantillas"

El empleo de la mantilla estaba tan arraigado a las costumbres que las damas de la nobleza madrileña la convirtieron en símbolo de su descontento durante el reinado de Amadeo de Saboya y su esposa María Victoria. El rechazo hacia ellos y a las costumbres foráneas fue protagonizado por las mujeres, que se manifestaron por las calles madrileñas llevando, en lugar de sombreros, la clásica mantilla y peineta española. Una forma de protesta frente a las nuevas costumbres extranjeras que parecía querer imponer Amadeo I rey de España.

Fuentes:
- La conspiración de las mantillas
- Protocolo
- Mama de mayor quiero ser flamenca

3 comentarios:

  1. Muy interesante, madame. Las modas nos traen prendas y se las llevan a gran velocidad, pero de algún modo la mantilla se las ha arreglado para sobrevivir y convertirse en algo más que una prenda.

    Espero que esté teniendo una buena entrada de año.

    Bisous

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  2. Estupenda entrada.
    Por cierto, mi tía paterna acude a las bodas familiares con mantilla.
    Un saludo.

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  3. Como en todo, hace falta tener percha y saberla llevar, pero bien puesta sobre una alta peineta de carey, me parece una prenda elegante. Un saludo.

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