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8 de diciembre de 2011

La servilleta de Leonardo

Es sabido que Leonardo da Vinci tenía un apasionado interés por la cocina. Fue un gran gourmet y gustaba de experimentar en la mezcla de nuevos y desconocidos ingredientes.

Da Vinci fue protegido del duque de Milán, Ludovico Sforza, y entre 1481 y 1500 escribió unos cuadernos sobre cocina, utensilios y servicios de mesa. En dichos cuadernos, incluidos en el Codex Romanoff (1), puede leerse:

"La costumbre de mi señor Ludovico de amarrar conejos adornados a las sillas de los convidados a mesa, de manera que puedan limpiarse las manos impregnadas de grasa sobre los lomos de lsa bestias, se me antoja impropia del tiempo y la época en que vivimos . Además , cuando se recogen tras el banquete y se llevan al lavadero , su hedor impregna las demás ropas con que se los lava.

Al inspeccionar los manteles de mi señor Ludovico, luego que los comensales han abandonado la sala de banquetes, hállome contemplando una escena de tan completo desorden y depravación, más parecida a los despojos de un campo de batalla que a ninguna otra cosa, que ahora considero prioritario, antes de pintar cualquier caballo o retablo, la de dar con una alternativa.

Ya he dado con una. He ideado que a cada comensal se le dé su propio paño que, después de ensuciado por sus manos y su cuchillo, podrá plegar para de esta manera no profanar la apariencia de la mesa con su suciedad. ¿Pero cómo habré de llamar a estos paños? ¿Y cómo habré de presentarlos?"


En la víspera de una comida, Leonardo presentó en la mesa una solución a la terrible suciedad que continuamente impregnaba los manteles. Consistía en un paño individual dispuesto sobre la mesa frente a cada invitado destinado a ser manchado, en sustitución del mantel. Había nacido la servilleta -y con ella también una serie de pliegues con los que colocarla de modo decorativo- y que sirvieran para dejarla plegada después evitando así que se vieran las manchas.

Sin embargo, con gran inquietud por parte del maestro Leonardo, nadie supo cómo utilizarlo o qué hacer con él. Algunos se dispusieron a sentarse encima, otros se sirvieron de él para sonarse las narices, otros se lo arrojaban como juego, y otros envolvían en él las viandas que ocultaban en sus bolsillos y faltriqueras.

Cuando acabó la comida el mantel quedó tan sucio como de costumbre, y Leonardo desesperanzado ante el poco éxito de su invento.


Fuentes:
- Póngame un café
- Foroactivo.net

Notas:
(1) El Codex Romanoff es un libro, copiado a máquina tras la Segunda Guerra Mundial cuyo original se atribuye a Lenonardo da Vinci, aunque no está clara su autoría. El autor de la copia afirma que el manuscrito original se encuentra en el Hermitage de San Petersburgo, pero los responsables del Hermitage han negado siempre la existencia de tal manuscrito.

5 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Mira que eran guarros. Aquellos banquetes parecían bodorrios con la gente achispada tirándose migas de pan. Lo de limpiarse las manos en los conejos no tiene desperdicio.
    Eso de dar servilletas a los que no saben qué hacer con ellas me recuerda a esa costumbre que tenían algunos restaurantes que, tras servir marisco, te ponían unos pequeños cuencos con agua y una rodaja de limón (Ahora, más modernos, ponen toallitas impregnadas en perfume)Algunos, en vez de limpiarse las manos con el artilugio, se bebían el agua. Jejeje.
    Un saludo.

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  3. Guauuu, no tenía ni idea de que las servilletas las inventó Leonardo, pero vamos, coincido con el comentario anterior, ya hay que ser guarros, para limpiarse en los conejos.

    Un besazo.

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  4. Madre mía. Quién le iba a decir a Leonardo que hoy día su invento es algo imprescindible para cualquiera.
    Me temo que no vivió lo bastante para verlo.

    Feliz día, madame

    Bisous

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  5. Conocía esta historia porque es una de las anécdotas que les cuento a mis alumnos cuando explico arte renacentista. Y siempre llama mucho la atención.
    Ni qué decir que el grandísimo Leonardo fue también el que avanzó la lechera automática y creó el pimentero...

    Un saludo.

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