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18 de febrero de 2011

Batalla de Adrianópolis (378 d.C.)

La batalla de Adrianópolis tiene una importancia decisiva en la Historia ya que fue la derrota más importante de Roma después de Cannas y, a diferencia de ésta, sus consecuencias fueron terribles para el Imperio.

Los godos procedían de Escandinavia y, tras una larga migración, aparecieron a las puertas del limes romano. A partir del año 240 dC comenzaron a realizar incursiones para depredar la Dacia, costosamente conquistada por el gran emperador Trajano y estúpidamente abandonada por el intelectual Adriano, cuya cabeza estaba tan ocupada con su amigo Antinoo, que en lugar de pensar en la seguridad del Imperio, se dedicó a abandonar las nuevas conquistas y a construir inútiles muros que de nada sirvieron. La estrategia de César, derrotar al enemigo allí donde se hallara, y si se hallaba en el mismísimo infierno, pues allí que se iba, fue dejada de lado por Augusto, cuya visión estratégica no incluía aspectos meramente militares. Así, el Imperio Romano, diseñado por César, fue edificado por Augusto con un terrible defecto de construcción: sus cimientos, y a pesar de los esfuerzos de Trajano por retomar la idea estratégica de César, sus sucesores se empeñaron en no prestar atención al problema.

Y así encontramos a los godos presionando el limes del Danubio, precisamente el más débil, en un momento en el que la superioridad táctica romana sobre sus enemigos se venía abajo. Las sucesivas crisis económicas provocan una drástica reducción de la calidad del equipamiento militar romano cuya más nefasta consecuencia es que las legiones tengan que equiparse con el mismo equipo que las tropas auxiliares y que éstas empiecen a equiparse con lo que pueden encontrar por ahí.

Convertidos en "federados" a sueldo, los godos se especializaron en el chantaje al Imperio que, en lugar de resolver la situación por las bravas, se dedicó a untarles con más oro a cambio de defender sus fronteras ¡que los mismos godos atacaban cada dos por tres! ... y en esto llegaron los hunos desde el Este. En 376 el emperador de Oriente (el Imperio se hallaba dividido en dos mitades), en un nuevo disparate más, les permitió cruzar el Danubio y asentarse dentro de las fronteras imperiales, hecho que los godos agradecieron dedicándose a saquear todo lo que encontraban a su paso. El emperador Valente, comprendió por fin el error cometido y pidió ayuda al emperador de Occidente, su sobrino Graciano, que le envió un ejército, pero Valente, que era un pésimo político, aún era peor militar. Convencido de que podía derrotar a los godos él sólo, marchó con su ejército hacia Adrianópolis sin esperar los refuerzos.

Valente
El 9 de agosto del año 378 el campamento bárbaro se encontraba a unas horas de la ciudad, de esta forma, allá a las dos de la tarde la columna romana divisó por fin la "muralla" de carromatos con la que los godos protegían su campamento.

Lentamente el ejército imperial comenzó a desplegarse, las alas de caballería ocuparon pronto su posición. La infantería se fue situando en sus posiciones al tiempo que el ardor de los bárbaros, que les contemplaban desde su sitio, disminuía cuando observaban temerosos el abrumador despliegue de medios (o más bien, el orden y disciplina con que se situaban sobre el campo) de que hacían gala sus contrarios.
LLegó entonces ese momento de impass antes de la batalla. Frigiterno (el líder germano) estaba decidido a ganar tiempo, pues necesitaba del concurso de la mayor parte de sus jinetes para enfrentarse con garantías a los romanos. Por otro lado, el emperador también estaba inclinado a llegar, de ser esto posible, a algún tipo de arreglo y no exponerse a una siempre arriesgada batalla campal. Frigiterno logró gracias a ello, tal como deseaba, ganar el tiempo necesario hasta poder convocar para la batalla a sus más aguerrida caballería (gran parte de ellos ostrogodos).

Cuando las conversaciones romano-godas estaban en curso, unidades de infantería ligera al mando de Bacurio de Iberia y Cassio, llevados por las sus ansias de lucha y por su propia cuenta, acometieron las primeras líneas germanas, siendo rechazados con deshonor y vergüenza, funestos augurios para lo que más tarde se convertiría en una aplastante derrota.


Fuentes:
www.historialago.com
Satrapa

6 comentarios:

  1. Un artículo muy interesante y revelador. Enhorabuena.

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  2. Dura entrada que refleja las carencias del Imperio Romano y sus patéticos emperadores.

    Un saludo.

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  3. Madame, una entrada interesantísima sobre esa larga y dura pugna con los godos, remontandose a los comienzos.

    Feliz tarde

    Bisous

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  4. Crucial esta batalla para Roma y su imparable decadencia.
    Un saludo.

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  5. Un interesante artículo de como los emperadores dados a la molicie y el imperio en plena descomposición, econónomica y social, y por tanto también militar corría hacia su fin. Un saludo.

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    Catherine

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