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21 de diciembre de 2010
El caballo de Calígula
Los romanos nunca fueron especialistas en caballería, ni fue ésta el eje de sus ejércitos, pues Roma confió siempre más en sus famosas legiones que en sus jinetes; Sin embargo, Roma hizo del caballo su animal predilecto, y de las carreras de caballos su deporte favorito.
De todos los caballos de Roma, incluyendo el de Julio César, el más famoso, sin duda, es el del emperador Calígula. Cayo César Augusto Germánico, que estos eran los verdaderos nombres de Calígula, fue el segundo de los llamados "emperadores locos" (los otros fueron Tiberio, Claudio y Nerón) y reinó desde el año 37 al año 41 de nuestra era cristiana.
Se llamaba "Incitatus", es decir, "Impetuoso", y al parecer era de origen hispano, lo cual no sorprende, pues Roma importaba cada año de Hispania alrededor de 10.000 caballos. Calígula, por lo visto, llegó a adorar a la noble bestia hasta el punto de que mandó construir para él una caballeriza de mármol y un pesebre de marfil… y más tarde una casa-palacio con servidores y mobiliario de lujo para que recibiese a las personas que le mandaba como invitados. También llegó a nombrarlo cónsul.
La leyenda asegura que el joven emperador comía y dormía en los establos, junto al caballo, los días de las carreras…, y para que nada ni nadie turbase al equino, ya desde la víspera decretaba el "silencio general" de toda la ciudad bajo pena de muerte a quien no lo respetase.
Se cuenta que en una de aquellas carreras, a pesar de todo, perdió "Incitatus" y que Calígula no pudo contenerse y mandó matar al osado auriga, pero diciéndole al verdugo aquello de "mátalo lentamente para que se sienta morir".
Fuentes:
www.galeon.com
Ya está el listo que todo lo sabe
El amigo Calígula, ese que de pequeño llevaba siempre puestas las "caligae", estaba como una regadera. Era un sádico y un psicópata. No se inmutaba por el sufrimiento ajeno. Eran otros tiempos.
ResponderEliminarLo que no es de recibo es que casi en nuestros días un señor llamase a su caballo "Imperioso", imitando a aquel.
Calígula, uno de esos emperadores dedicados a sus vicios y perverciones y poco preocupados por el gobierno del Imperio...seguro que el caballo habría sido más feliz pastando en alguna verde pradera...así les fue a los romanos...
ResponderEliminarUn saludo.
PD: me permito recordarte que ya sólo quedan dos días para lo de doña Mariana de Austria si quieres colaborar ;), muchas gracias.
Claro Carolvs, algo haremos ;)
ResponderEliminarTan ido estuvo que trató de convertir al pobre Incitatus en cónsul. Un saludo.
ResponderEliminarCreo recordar que le nombró cónsul como signo de lo que el Senado y los senadores significaba para él: muy poco, pues hasta un buen caballo podía hacer su mismo trabajo...
ResponderEliminarUn abrazo