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8 de septiembre de 2010

El misterio de la tumba de Herodes

El fiero carácter de Herodes el Grande no se ablandó ni siquiera en sus últimos años de vida. En su testamento, para provocar un duelo general en Israel, ordenó que trescientos nobles, encerrados en el anfiteatro de Jericó, fueran ejecutados a la vez que él abandonaba la escena de este mundo. Por suerte para ellos, la albacea, su hermana Salomé, no se atrevió a ejecutar la orden. Herodes también dejó dispuesto que se le enterrara en la fortaleza de Herodión, 12 kilómetros al sur de Jerusalén, donde había hecho construir un mausoleo.

Que la ceremonia tuvo lugar lo prueba el testimonio de Flavio Josefo, pero durante largos años los arqueólogos buscaron en vano su tumba. Las pesquisas se habían centrado en el llamado "Bajo Herodión", una zona palaciega a los pies de la fortaleza que incluía espléndidos edificios, jardines, piscinas... Un estudioso israelí, Ehud Netzer, decidió seguir una pista diferente y explorar un camino que subía por la colina. En 2007, una pequeña prospección sacó a la luz diversos fragmentos esculpidos de excepcional calidad, que no podían corresponder sino a la tumba de Herodes. Según Netzer, se trataba de un mausoleo de 24 metros de altura, con una primera planta cuadrada, un segundo piso circular y un tejado puntiagudo. Se han apreciado signos de que la obra fue destrozada en la Antigüedad, seguramente por los judíos rebeldes que ocuparon el Herodión durante la gran revuelta del año 64 d.C., entre quienes se mantenía el recuerdo de Herodes como un rey tiránico y sacrílego.


Fuente:
Historia National Geographic, núm. 77


1 comentario:

  1. Había que ser un auténtico sádico y además estar majareta. Querer matar a 300 personas cuando él se fuera de este mundo.
    Saludos.

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