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1 de mayo de 2010

Las ciudades de Al-Andalus

En Al-Andalus las ciudades tuvieron una vida próspera, destacando entre todas ellas Córdoba, que en época del Califato llegó a ser la ciudad más importante de Europa Occidental. La mayoría de estas ciudades eran de origen romano, caso de la propia Córdoba, de Sevilla, de Zaragoza y otras muchas, pero las hubo también de nueva fundación. La parte principal de la ciudad era la "medina" generalmente rodeada de murallas. En ella se encontraban los edificios más importantes, ya fueran religiosos como la mezquita o comerciales como la "alcaicería", un gran patio rodeado de tiendas que pertenecían al estado y eran alquiladas a los mercaderes. En realidad todas las calles en torno a la gran mezquita constituían un mercado o "zoco", pues estaban llenas de pequeñas tiendas y talleres. El trazado de la medina y de la ciudad en general era irregular y de calles estrechas, aunque de la mezquita solían partir algunas vías principales que iban hasta las puertas de las murallas. Al crecer la ciudad se construían fuera del recinto inicial nuevos barrios o arrabales, que podían tener sus mezquitas y sus zocos y que si alcanzaban un tamaño considerable incluso se amurallaban. En estos barrios solía agruparse gente de un mismo oficio o de una misma religión, este era por ejemplo el caso de las juderías, aunque en estas en lugar de mezquitas encontramos sinagogas. Entre los edificios públicos destacaban los baños, una herencia de las termas romanas. En las viviendas de las familias acomodadas solía haber bañeras y en las más lujosas baños de vapor, pero la mayor parte de la gente acudía a los baños públicos, llamados "hamman". Los hamman eran centros de reunión y vida social. Por la mañana acudían los hombres y por la tarde las mujeres. Unos y otros dedicaban mucha atención a su aspecto personal, utilizaban perfumes, aceites y tintes para la barba y el cabello, estando muy extendida esta costumbre entre las mujeres. En el ámbito familiar el hombre tenía una posición dominante. Según la ley coránica éste podía tener hasta cuatro esposas legítimas, pero en realidad esto sólo afectaba a los más ricos. Entre las clases más altas la mujer llevaba una vida muy recluida. Tan sólo las visitas semanales a los cementerios para reunirse ante las tumbas de los parientes y las dos tardes al mes pasadas en los baños constituían oportunidades para abandonar la casa. Dentro de la misma las mujeres tenían sus propios aposentos, el harem, donde convivían esposas legítimas, concubinas y esclavas.

Fuente:
  • Bárbaros, cristianos y musulmanes - Trevor Cairns

3 comentarios:

  1. Holita...

    Agradezco tus palabras en casa y vengo a curiosear y darte un saludo de buen fin de semana.

    Feliz día de las mamas.

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  2. Mantener a la mujer lejos de las miradas de los hombres que andaban por la calle era un objetivo a lograr con esos patios interiores condobeses y esas celosías en las ventanas que aún se conservan: ver y no ser vistas.
    Un saludo.

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