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16 de noviembre de 2009

¿Quién construyó las catacumbas?

Bajo las ruidosas calles bañadas por el sol de la Roma actual existe otra ciudad entera. Tras sus puertas se oculta un misterioso laberinto frío, silencioso, y eternamente oscuro. Dentro de las catacumbas hay pinturas y objetos que adornan unas paredes que estaban llenas de restos humanos. Los restos de las personas que creían que estos estrechos pasadizos conducían a la vida tras la muerte. Durante tres siglos los primeros cristianos fueron perseguidos por un Imperio Romano opresor. Su culto era ilegal. Durante esta época, los primeros cristianos de Roma enterraban a sus seres queridos en pasadizos subterráneos con la creencia de que, como la historia bíblica de Jesucristo, que fue sepultado en una cueva, ellos también podrían resucitar y volver a vivir. Cuando estas antiguas catacumbas fueron finalmente descubiertas, se encontraron más de cuarenta cámaras que formaban parte de un elaborado laberinto de túneles entrecruzados en el subsuelo romano y que contenían casi cinco millones de cadáveres. Al observar esta colección de ciudades ocultas, resulta evidente que los esfuerzos y las esperanzas de sus constructores eran de tal magnitud, que convirtieron estos laberintos en unas grandes maravillas de la humanidad. “Una persona muerta no puede ser incinerada ni sepultada dentro de las murallas de la ciudad”. Esto era lo que establecía la legislación romana entre los siglos II y IV d.C. Esta norma escrita sobre cómo disponer de los cadáveres se aplicaba a todos los residentes de Roma. La mayoría de los romanos era pagana y optaba por la incineración. Sus cenizas eran conservadas en pequeñas urnas en instalaciones de superficie. Pero los primeros cristianos y los judíos romanos insistían en enterrar a sus muertos. Las vías de las afueras de la ciudad estaban bordeadas de tumbas familiares de ciudadanos ricos. Estas tumbas se llamaban “catacumbas”, que significa “cavidad” en griego. El nombre derivaba de las cavidades naturales que bordeaban la Via Appia, una de las antiguas vías que entraban y salían de Roma. En estas cavidades se construyó el primer cementerio cristiano al aire libre. Las catacumbas de Roma evolucionaron a partir de estas primeras catacumbas. La mayor parte está cerrada al público para proteger sus pinturas murales, ya que la misma respiración humana podría dañarlas irremediablemente. Aunque es probable que este arte funerario fuera creado para entretener a los muertos, hoy nos brinda la posibilidad de echar un vistazo al pasado, una mirada a la vida diaria y a las creencias religiosas de la Roma de los siglos II y III d.C. La construcción de las catacumbas se inició en el siglo II. El paso de los cementerios al aire libre a las necrópolis subterráneas se produjo debido a la falta de espacio. Los primeros cristianos excavaron un inmenso sistema de galerías y pasadizos conectores uno debajo de otro, unidos por estrechos y escarpados peldaños que descendían hasta cuatro pisos de profundidad. Estos pasadizos miden unos dos metros y medio de altura por apenas un metro de ancho. En las paredes se abren unos nichos rectangulares llamados “lóculos” en los que sólo cabía un cadáver. En ellos se enterraba a los obreros, a las mujeres, a los niños y a los ancianos. Los ricos solían reposar en elaborados sarcófagos de mármol, la sepultura lujosa. Los santos y los mártires que habían muerto por la fe eran sepultados en un “arcosorio”. Se trataba de un sitio de honor. Consiste en un nicho abierto en forma semicircular tallada en la pared y decorado con figuras simbólicas pintadas. Muchas de las catacumbas recibieron el nombre de los santos enterrados en su interior. Las catacumbas de los santos Pedro y Marcelino contienen pinturas que dan pistas sobre los hombres que excavaron esta ciudad de los muertos. Los llamados “fosores” trabajaban la roca del subsuelo de Roma que está formada por toba, un mineral blando parecido a la arenisca. Los antiguos constructores de cuevas abrieron elaboradas galerías en esta toba. En ellas abundan los detalles arquitectónicos tallados en la roca blanda y se tiene la impresión de que las catacumbas surgieron debido a alguna milagrosa fuerza natural. Los primeros excavadores de túneles querían proteger las tumbas de sacrilegios y saqueos. Diseñaron estos laberínticos y angostos pasadizos para dificultar o impedir a alguien de fuera escapar o encontrar el camino de vuelta. Los pasadizos eran tan oscuros y agoreros que el latinista san Jerónimo escribió que “una visita dominical a la cripta de un mártir más bien parecía un descenso al infierno”. En la actualidad, la sensación que tienen los visitantes no dista mucho de la de San Jerónimo hace más de 1.000 años. La única luz y ventilación de las catacumbas provenía de unas aberturas en el techo llamadas “lucernarios”. A través de los lucernarios también se bajaba el agua para mezclar con el polvo de toba y preparar así la argamasa necesaria para sellar los nichos. La importancia social y espiritual de la muerte para los primeros cristianos daría lugar a más de dos siglos de construcción de catacumbas. La persecución religiosa y algunas enfermedades como la peste, garantizaban una elevada tasa de mortalidad en Roma. No escaseaban los difuntos cuyo último deseo era ser sepultados bajo la ciudad , en las catacumbas.

5 comentarios:

  1. Doy fe de esa impresion tetrica, madame. He tenido la ocasion de visitarlas y aun el dia de hoy producen escalofrios. Imaginese cuando el lugar no estaba lleno de turistas!

    Buenas noches, madame

    Bisous

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  2. Tiene que se wapo visitarlas sin guia ni nada, solo con una linterna a ver que pasa.

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  3. Joer sin guía yo no sé si bajaría, si ya con guía y luz que ahora hay bombillas, daban yuyu... y eso que íbamos en grupo.

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  4. Qué penalidades debían pasar los primeros cristianos cuando tenían que ocultarse para sus ritos prohibidos por el imperio.
    Entre la red de cloacas que sacaban las inmundicias de la ciudad y la red de catacumbas, el subsuelo romano debía estar horadado como un queso de gruyere. Debía ser bastante resistente a los derrumbamientos.
    Saludos.

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  5. Yo también las visité y pensé que si me perdía por allí me daba algo... Que yuyu! Pero es muy interesante de visitar, eh?

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