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16 de junio de 2009
Los monjes medievales
El término 'monje' procede del latín 'monachus' y significa "alguien que vive solo".
El monje era un hombre que buscaba vivir apartado del mundo, con el fin de perseguir un ideal de santidad. El monasticismo cristiano se desarrolló primero en Egipto, y en un principio estaba basado en el modelo del 'ermitaño solitario' que abandona totalmente la sociedad para perseguir la espiritualidad.
Sin embargo, los primeros monjes pronto descubrieron que no podían vivir en soledad. Sus hazañas de santidad atraían a un gran número de seguidores, y a medida que el ideal monástico se iba expandiendo se impuso el modelo de 'monasticismo cenobita' basado en la vida comunitaria.
La Edad Media es la época del esplendor de la vida monástica en Occidente, debido a la expansión de los monjes benedictinos. El fundador de la Orden benedictina fue Benito de Nursia (480-547). Con 49 años fundó el célebre monasterio de Montecassino, donde moriría a los 67 años.
Benito escribió la regla benedictina, cuya difusión por toda Europa le valió el título de "padre del monaquismo occidental".
Durante los tiempos agitados de la Edad Media los monjes benedictinos contribuyeron a fomentar la cultura del pueblo: roturar terrenos, perfeccionar sistemas agrícolas, enseñar oficios, etc.
Los monjes seguían a rajatabla las indicaciones recogidas en las Sagradas Escrituras, las cuales eran traducidas al latín de sus originales en griego y hebreo. Los monasterios se convirtieron en escuelas donde se enseñaba a leer y escribir. Además, se cultivaban otras artes como la música y la pintura.
Durante la Edad Media, los monjes ejercían la medicina, construyendo hospitales junto al edificio monacal. La llamada 'medicina monástica', tuvo un cariz meramente caritativo. Sin embargo, nunca estuvo bien vista por la Iglesia: el papa Inocencio II prohibió el ejercicio de la medicina a los eclesiásticos en el Concilio de Clermont (1131), y lo ratificó en Letrán (1139). El Concilio de Viena de 1312 especificaba que el cuidado del cuerpo "es una atribución laica", reservando a los religiosos "la atención de las almas".
Se diría que es una obsesión de la iglesia cristiana eso de no querer que se avance con la medicina. No nos faltan ejemplos en la actualidad... Estupenda entrada. Saludos cordiales.
ResponderEliminarObsesionada la observación la suya y muy falaz. El papa, que no es la iglesia, pudo tener otros motivos que escapan a su entendimiento. En la actualidad, son las grandes farmacéuticas, las que por sus intereses económicos, frenan el avance de la medicina.
EliminarAh, no me diga, madame. No sabia que la iglesia les hubiera prohibido el ejercicio de la medicina. Que barbaridad, que division de poderes tan estricta: para unos los cuerpos y para otros las almas.
ResponderEliminarPero como dice madame Isabel, las cosas no andan muy diferentes aun hoy en dia.
Bisous
¿Monjes? ¿Dominicos, tal vez? ¿Los autollamados perros de Dios? No simpatizo, lo siento. Si conservaron cierta cultura fue en su propio beneficio.
ResponderEliminarNo había tenido la oportunidad de echar un vistazo a éste tu otro blog , y la verdad que me ha encantado. Un post muy interesante.
ResponderEliminarLa Iglesia estaba metida en todas partes, y hay cosas que se repiten en la historia, pero sin histeria.
Un rampyfreso
Bienvenido Rampy
ResponderEliminarAsí hasta parecen buena gente
ResponderEliminarCierto es que la Iglesia, como institución, ha hecho cosas horribles en el paso de la historia. Sin embargo, diserto en la idea de condenar sus creencias basándose en un error humano. Siempre que no se tome con ese demencial fanatismo, la creencia en una entidad superior benevolente no le hace daño a nadie, hasta le da esperanza a ciertas personas. Desde luego, es lamentable que los humanos utilicemos este concepto para aterrorizar a las masas, pero, repito, no es culpa de dicha entidad, cuya existencia aún no confirmamos, es culpa de las personas que la interpretan de cualquier forma
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