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16 de marzo de 2009
Hieronymus Bosch, el Bosco
Hieronymus Bosch, el Bosco, nace en el 1450 en Hertogenbosch, una ciudad en el sur de lo que hoy son los Países Bajos, y muere en 1516, tres años antes que Leonardo da Vinci, su más estricto contemporáneo.
Su estilo recogía claramente los fantasmas de los años finales de la Edad Media, en los que la salvación tras la muerte era una gran obsesión. Existen pocos datos de su vida, siempre llena de leyendas que intentan explicar el enigmático significado de sus cuadros. Su temática favorita: la debilidad humana, tan proclive al engaño y a ceder a las tentaciones.
Una de sus fuentes de inspiración favoritas fue la cultura popular, los refranes, los dichos, las costumbres y leyendas, las supersticiones del pueblo le dieron múltiples temas para tratar en sus cuadros. Da a los objetos de uso cotidiano un sentido diferente y convierte la escena en un momento delirante, lleno de simbolismos. Todos sus cuadros están impregnados de un sentido del humor burlesco, a veces cruel.
El jardín de las delicias es su obra cumbre. Se trata de un tríptico pintado al óleo de 206 x 386 cm, compuesto por una tabla central y dos laterales (pintadas en sus dos lados) que se pueden cerrar sobre aquella. Como el resto de las obras de El Bosco, carece de datación unánime entre los especialistas, siendo una de aquellas en la que más enfrentadas están las posiciones, pues mientras unos la consideran juvenil, otros dicen que es obra de madurez. Fue comprada por Felipe II y Franco, después de la guerra, quiso que formara parte de la colección del Prado.
Tríptico cerrado:
El cuadro cerrado en su parte exterior alude al tercer día de la creación del mundo. Se representa un globo terráqueo, con la Tierra dentro de una esfera transparente. Solo hay formas vegetales y minerales, no hay animales ni personas. Está pintado en tonos grises, blanco y negro, lo que se corresponde a un mundo sin el Sol ni la Luna; aunque también es una forma de conseguir un dramático contraste con el colorido interior, entre un mundo antes del hombre y otro poblado por infinidad de seres.
Tríptico abierto:
Al abrirse, el tríptico presenta, en el panel izquierdo, una imagen del paraíso donde se representa el último día de la creación, con Eva y Adán, y en el panel central se representa la locura desatada: la lujuria. En esta tabla central aparece el acto sexual y es donde se descubren todo tipo de placeres carnales, que son la prueba de que el hombre había perdido la gracia. Por último, tenemos la tabla de la derecha donde se representa la condena en el infierno; en ella el pintor nos muestra un escenario apoteósico y cruel en el que el ser humano es condenado por su pecado.
Panel izquierdo: El jardín del Edén
El postigo de la izquierda representa el Paraíso terrenal. En lo que a primera vista parece el típico Edén, asociado a la idea de paz y sosiego, con poco que observemos, ese idílico escenario se ve truncado. Varios signos de hostigamiento irrumpen, los animales se enfrentan unos a otros: un león derriba a un ciervo y se dispone a comerlo, un extraño bípedo es perseguido por un jabalí. En el estanque, las disputas entre los animales vuelven a reanudarse: un leopardo lleva en la boca un ratón, un ave devora una rana. Son señales ajenas a la paz paradisíaca que suelen interpretarse como aviso de pecado.
• El pecado femenino se personifica en los bichejos que se arrastran por la tierra (insectos y reptiles) o nadan por el agua (anfibios y peces), ya que, de los Cuatro elementos (tierra, agua, fuego y aire), la tierra y el agua eran consideradas esencias pasivas llenas de fecundidad que, como la mujer, reciben la semilla.
• El pecado masculino se representa por las alimañas que vuelan (insectos voladores, aves, murciélagos…), ya que el aire es considerado un elemento activo, asociado al fuego y opuesto a la tierra, por lo tanto, masculino.
• El demonio está escondido en los estanques y las rocas que son, para El Bosco, la guarida de los espíritus malignos.
Panel central: El jardín de las delicias
La tabla central es el Jardín de las delicias, propiamente dicho; mide 220 cm de alto por 195 de ancho. Un falso paraíso en el que la humanidad ya ha sucumbido en pleno al pecado, especialmente a la lujuria, y se dirige a su perdición. Aparecen tanto hombres como mujeres, blancos y negros, desnudos. Se muestran todo tipo de relaciones sexuales y escenas eróticas, principalmente heterosexuales, pero también homosexuales y onanistas. Además, aparecen también relaciones eróticas o sexuales entre animales, e incluso entre plantas.
• La parte inferior de la tabla está dominada por numerosos desnudos, en grupos o en parejas, junto con extrañas plantas, minerales y conchas o comiendo grandes frutos.1 Todas las frutas (cerezas, frambuesas, fresas, uvas, madroños, etc.), son una clara alusión a los placeres sexuales. En la Edad Media, la expresión «coger fruta» equivalía a tener comercio carnal. Pero, al mismo tiempo, las frutas simbolizan la fugacidad de dicho placer, pues pasan en unos días de la frescura a la putrefacción.
• Sobre todo a la izquierda hay pájaros de grandes proporciones. Estas aves, como el petirrojo son también símbolos eróticos, en concreto de la lascivia.
• Las extrañas estructuras que aprisionan y oprimen a los personajes, a veces son como pompas, otras como costras, o conchas. Dan a conocer indirectamente que el pecado se apodera del ser humano, lo corrompe y atrapa para siempre.
• Los estanques no son limpios, sino focos de concupiscencia, fuente y origen de todos los males que refleja la pintura; de hecho, en aquella época, referirse al baño podía aludir a Venus y, por lo tanto, al amor carnal.
• Hay una obsesión por presentar animales y personas en posiciones invertidas: uno de ellos aparece con la cabeza y el torso sumergidos en el agua mientras que abre las piernas en forma de Y. Todas estas escenas muestran que nos encontramos ante un falso paraíso en el que todo lo que en él se representa no es lo que parece.
Panel derecho: El infierno
El postigo de la derecha representa el Infierno. Mide 220 cm de alto por 97,5 de ancho. También es conocido como El infierno musical, por las múltiples representaciones de instrumentos musicales que aparecen. Se ignora por qué El Bosco asocia la música con el pecado. Ha pintado los tormentos del infierno, a los que está expuesta la Humanidad. Describe un mundo onírico, demoníaco, opresivo, de innumerables tormentos. Es una tabla muy sombría en relación con el colorido de las otras dos.
En el nivel superior se ve la típica imagen del infierno, con fuego y torturas. La crítica parece coincidir en que el cuchillo unido a las dos orejas es un genital masculino, mientras que la gaita que un monstruo sostiene sobre la cabeza podría ser un elemento homosexual o, tal vez, femenino.
En la parte central, aparece un mundo onírico, con criaturas fantásticas, y cuya figura central en un «hombre-árbol», que mira directamente al espectador. Se ha interpretado en numerosas ocasiones como el rostro del propio artista y que con un torpe vendaje intenta ocultar una llaga producida por la sífilis. Debajo de él hay un lago helado, sobre el que patinan algunos condenados, mientras el hielo se resquebraja. En la Edad Media se consideraba el contraste entre el frío y el calor como una de las torturas del infierno. Destaca un personaje con cabeza de ave rapaz sentado en un retrete, y con una caldera en la cabeza. Se piensa que podría ser Satanás devorando a los condenados y defecándolos en un pozo negro en el que otros personajes vomitan inmundicias o excrementan oro, esto último quizá como alusión a la avaricia.
En la parte inferior a la izquierda aparece un grupo de jugadores atormentados y torturados por demonios en medio de un gran caos, todo lo cual alude a la pereza, la lujuria, y la gula.
Que conste que yo no tengo ni pajolera idea de arte, por eso lo que me inspira este tríptico seguramente será una burrada, pero ahí va: la parte central, por sus formas me recuerda una imagen futurista, como de ciencia ficción. La tabla de la derecha la veo un poco surrealista, esa oreja es muy daliniana. La de la izquierda es la que me deja más indiferente.
ResponderEliminarPero en conjunto es como muy catastrófico todo.
En fin, como crítica de arte yo poco futuro, pero es lo que veo.
Tú imáginate esta obra en aquella época... es impresionante!
ResponderEliminarPara no tener ni pajotera idea, lo has hecho muy bien, Kassio. :) El Bosco está considerado por muchos como uno de los primeros surrealistas, por la cantidad de simbología y elementos fantásticos que tiene su obra.
Si tienes oportunidad de ir al Prado, no te olvides de ver este tríptico, para mí fue lo mejor que vi en el museo. Al natural, el colorido que tiene es mucho más intenso, es una preciosidad! Y ya si te acercas y te fijas en los detallitos, te quedarías horas mirándolo!
A mí me encanta, es una de mis obras pictóricas favoritas.
Pues mira, eso de que está considerado uno de los primeros surrealistas no lo sabía. Es que ya digo que sobre todo la parte de la derecha la veo muy surrealista. Sí, en directo tiene que ser impresionante.
ResponderEliminarSí, hay caras escondidas, como hacía Dalí. En la parte de La creación, si lo miras grande, está la cara del demonio al lado del estanque.
ResponderEliminar!Qué bien¡ Mañana, tengo un examen de Hª del Arte sobre el Gótico y el Quatrocento (Renacimiento) y creo que esta obra va a entrar en mi examen. Así que nada, pienso estudiarme este artículo y, si entra, lo plamaré en el examen.
ResponderEliminarYa te contaré, jejeje.
Un saludo.
Acabo de enlazar con tu blog y me parece muy interesante (también es verdad es que soy historiadora y me apasiona...)
ResponderEliminarMe permito incluir el enlace de tu blog en el mío, para tenerlo a mano y consultarlo.
Saludos
Bueno,magnífica exposición. La he leído con mucho deleite e interés
ResponderEliminarMi enhorabuena
Doña Guiomar