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22 de febrero de 2009
El arte del Damasquinado
El damasquinado toledano es uno de los tesoros de España y al mismo tiempo una de las herencias recibidas durante la dominación árabe.
Esta clase de ornamentación, aplicable a toda clase de objetos artísticos, se practicó desde muy antiguo entre los egipcios (se conoce incluso la presencia de algún elemento damasquinado hallado en las tumbas de los faraones), los griegos y los romanos, siendo también muy notables y de gran antigüedad los ejecutados en Japón y en China; éstos, al menos desde 1.500 años a J.C. Adquirió gran desarrollo en Oriente desde que el Imperio Romano se trasladó a Bizancio, siendo originarias de Damasco (Siria) las mejores piezas que llegaban de Europa, por lo que este arte tomó el nombre de Damasquinado, aunque también se le llama "Ataujía".
A este resurgimiento de un arte olvidado en Occidente, contribuyó en primer lugar el lujo desplegado en las armaduras y armas en toda Europa desde finales del siglo XV: suntuosos arneses de Carlos I y Felipe II. Durante el Renacimiento y el Barroco el damasquinado evolucionó como un accesorio de joyería y orfebrería, realizándose en este periodo gran número de arcones, cofrecillos, cajas y joyeros. El damasquino en Toledo resurge con fuerza durante el siglo XIX al abrigo de la fábrica de armas "Santa Bárbara" fundada por el Rey Carlos III.
La técnica del damasquinado consiste en ir incrustando metales finos (casi siempre oro y plata) sobre hierro o acero, después de realizar una serie de surcos con una cuchilla para que se puedan fijar bien. La técnica es muy complicada; la elaboración de un plato decorado, por ejemplo, lleva unas 25 horas de trabajo ininterrumpido del artesano, aunque todo depende del tipo de dibujo del que se trate.
Toledo es en la actualidad el mayor foco de producción de damasquinado del mundo, y donde se ejecutan la mayor diversidad de piezas. Se siguen realizando labores de estilo Mudéjar, Renacimiento y algunas nuevas como las denominadas "vistas".
Ay que bonito, precisamente nuestro relato transcurre en buena parte en Toledo, asi que me has hecho sentir como en casa, jeje. Precioso trabajo. Que bueno que haya gente que continue la tradicion del damasquinado. Ojala no muera nunca.
ResponderEliminarDiana de Méridor
Me suena de haber leído algo en alguna novela, pero no tenía ni idea de la técnica. Es artesanía pura eh? Desde luego la cultura árabe en las épocas de Al-Andalus era impresionante.
ResponderEliminarHay cosas preciosas. Cuando estuve este verano en Toledo me compré unos pendientes de damasquinado en plata chulísimos. Además hay tiendas en las que se puede ver como lo hacen y es muy interesante, la verdad.
ResponderEliminarque maravilla! espectacular, así tiene el precio que tiene! jeje
ResponderEliminar!Qué chulada! Es una maravilla el resultado que se obtiene con esta técnica. !No se qué daria por una pieza original de estas!...
ResponderEliminarUn abrazo y un MUACKKKK
Hacen unas piezas de menor calidad, pero que sólo se dan cuenta los expertos, y que salen mejor de precio.
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